Meter seis goles no es sólo ganar, es recuperar la fe, seguir vivo cuando te creías muerto, asustar a tus rivales cuando el que estaba aterrorizado eras tú mismo. Todo eso ganó ayer el Barça en hora y media. Saltó al Calderón oliendo a cadáver tras el enésimo milagro del Madrid y salió de él entre risas, mirando un calendario amable, todas las crisis olvidadas (o al menos aparcadas). La Liga sigue al rojo vivo.

Por: Sergio Garrido
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